Hace pocos días se puso a la venta el libro «Mala Sangre» que incluye siete historias de crímenes, un libro de crónicas policiales que se propone reflexionar sobre el género negro del periodismo, sin renunciar a él bajo la idea de que está bien contar este tipo de historias. En Perspectiva dialogó con su editor, Darío Klein, y dos de los periodistas que formaron parte de la investigación, Lourdes Rodríguez y Javier Benech.
En «Mala Sangre» aparecen los trabajos periodísticos de Pablo Alfano, Javier Benech, Felipe Llambías, Eleonora Navatta, Lourdes Rodríguez, Leticia Sánchez y Fabián Werner que investigaron sobre casos como el de la joven Natalia Martínez, el homicidio del trabajador de La Pasiva, el del “Bocha” Risotto y la actividad de la Superbanda, entre otros.
Se trata de un proyecto regional que nació de una idea del periodista colombiano Omar Rincón y en Uruguay fue coordinado por el Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CaInfo).
Los protagonistas dialogaron sobre las consecuencias deseables de una investigación periodística sobre un tema judicial, el necesario equilibrio entre el reflejo de un hecho y la exposición de las personas (que en general no son figuras públicas) y el debate sobre si se puede hacer periodismo policial bajo la presión del cierre de edición.
Al respecto Darío Klein, que ya en el año 1993 trabajó sobre estos temas con su libro «Tinta Roja» (realizado en base a su tesis de licenciatura), reflexionó sobre la forma en que los medios de comunicación trabajan las noticias policiales y como impactan en el imaginario colectivo de la sociedad.
«Uruguay tiene una de las poblaciones más asustadas de América Latina, cuando en realidad cuenta con los índices delictivos más bajos de la región. Yo siento que claramente la delincuencia ha empeorado en Uruguay pero la sensación de la gente es muy superior a lo que realmente pasa», dijo Kelin. Y agregó: «La sensación térmica no quiere decir que las cosas no pasen».
El periodista, que tuvo a su cargo la edición de «Mala Sangre», señaló que desde su percepción «la gente tiene una sensación pero cuando yo viajo noto que en algunos países, donde la vida no vale nada como en México, la gente no se siente ni por asomo igual que aquí».
En «Mala Sangre» se busca reflexionar sobre el género sin renunciar a él bajo la idea de que está bien contar este tipo de historias. En ese sentido Klein opinó que «la crónica policial ideal no debería tener una sección policial que llenar todos los días» porque «por definición, algo que pasa todos los días no es noticia. Si lo es cuando sorprende, cuando no es habitual y más si vincula a una persona notoria».
«Todos los días hay hurtos y rapiñas. Si vamos a informar, informemos, pero con determinados criterios. Hasta los años 90 en Uruguay no había una página de policiales en los diarios, ese fue el primer gran cambio. El segundo fue que los noticieros incluyeron una sección de crónica policial y ahí empezaron a contarse los crímenes todos los días», relató Klein.
Consultado sobre el debate presente, relacionado a si se puede hacer periodismo policial bajo la presión del cierre de la edición, Klein contestó: «No tener tiempo no es excusa para no hacer bien el trabajo. A veces las historias no están listas para ser publicadas. No comparto la visión del matutino La Diaria de que no haya información policial. Creo que cuando hay información policial hay que cubrirla, lo que está mal es la existencia del cronista trabajando todos los días porque ahí se bastardea el género obligando a contar algo».
En referencia al llamado del Centro de Archivos y Acceso a la Información Pública (CaInfo) para la realización de estos trabajos, que terminaron convirtiéndose en este libro, la periodista Lourdes Rodríguez recordó que cuando fue convocada «el debate que se me planteó era si lo que iba a hacer era realmente lo mío».
«Cuando me llamaron me dijeron que la idea era trabajar en un género de crónica policial que escapara al sensacionalismo. Pensé cómo aportar yo para escapar de esos elementos» y «llegué a la conclusión de que la única opción era hacer la crónica policial y judicial sin que esta me corriera de mi lugar de periodista, el que elegí», dijo Rodríguez.
«Frente a un hecho policial siempre tenemos un caso concreto de violencia, el punto es cómo pararse frente a ese hecho concreto que no es aislado, está enmarcado en un proceso de violencia simbólica. Al redactarlo pienso que trasladar los detalles solo se justifica para que el lector interprete un poco ese hecho, ese entramado social», explicó Rodriguez, quien añadió que su aspiración es «escapar del gancho y el morbo» y busca «darle contexto con esos detalles a la información».
Por su parte Javier Benech valoró de manera positiva la experiencia de haber formado parte de este proyecto aclarando que «todos coincidíamos en la base fundamental con la que se realizó la tarea pero con matices».
Igualmente agregó: «Todos vemos una sobreabundancia de información policial y en general con no todo el rigor que debería tener. De ahí la importancia de poder hacer este aporte», concluyó.
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