La Diaria, 04 de octubre de 2012 – Santiago Sánchez
El informe asegura además que cuando un legislador pide licencia y se debe convocar a un suplente, ya sea por su asistencia a comisión o al plenario, esto genera un costo de 5.000 pesos por día por el pago de sueldos, aportes sociales e IRPF.
El diputado Víctor Semproni (Frente Amplio [FA]), integrante de la Comisión de Asuntos Internos, expresó que el total de licencias por motivos personales está dentro de lo esperado, ya que por ley cada diputado puede tomarse hasta 30 días por esta razón. Si bien las licencias deben ser votadas por el plenario de la cámara, Semproni no recuerda que en alguna ocasión se hayan rechazado estas solicitudes.
Más allá de la ley
Además de contar con estos diferentes tipos de licencias, los diputados tienen el receso parlamentario, que implica la detención de las actividades entre el 15 de diciembre y el 1º de marzo en los años comunes, y a partir del15 de setiembre en los electorales. En el receso los legisladores pueden tener actividad sólo si se los convoca a una sesión extraordinaria o si se trata de uno de los siete diputados que integran la Comisión Permanente.
El presidente de la cámara baja, Jorge Orrico, dijo respecto del estudio de Cainfo que todos los días de licencia se dieron dentro de los márgenes del reglamento de la cámara. En cuanto a los 30 días de licencia por motivos personales que tienen los legisladores, consideró que es “lo razonable” y alegó que “nadie usa los 30 días por año”. “Al legislador hay que darle oportunidades para estudiar los temas que trata”, evaluó. Además, agregó que estos días son especialmente importantes para los legisladores del interior, ya que “deben hacer de gestores permanentemente ante las autoridades nacionales por sus departamentos y eso les insume un tiempo muy grande”. También sostuvo que en la práctica el receso se da solamente en enero, ya que la actividad suele culminar en los últimos días de diciembre, y para el 1º de febrero “las bancadas ya están reunidas” para preparar la tarea de marzo.
Los 30 días de licencia también fueron defendidos por el nacionalista Gustavo Borsari. “Creo que es correcto, y además es conteste con toda la legislación uruguaya respecto de las licencias de los funcionarios públicos”, argumentó el nacionalista.
Germán Cardoso, diputado del Partido Colorado, prefirió no opinar de lo prolongado de las licencias por motivos personales y acotó que en ocho años de legislador siempre se interrumpieron los recesos. “No tengo elementos para opinar, he estudiado muchos temas en el Parlamento pero no éste”, se limitó a decir.
El nacionalista Rodolfo Caram, representante por Artigas, opinó que el sistema de licencias “está muy bien diseñado”, más allá de que pueda haber “algún desubicado que haga una disposición indebida”. Según dijo, en su caso, debido a que vive a 620 kilómetros de Montevideo, el sistema de licencias le facilita su tarea como legislador “estando con la gente”. “Está bien, no sobra ni falta”.
Demasiado
Otros diputados tienen una visión crítica de las licencias e incluso se atrevieron a describir algunos de los usos indebidos. El diputado del Partido Independiente Daniel Radío considera que actualmente hay “muchas inasistencias” de los legisladores, y si bien no cree que algún diputado “se esté tomando los 30 días”, consideró que “no se justifica” que los legisladores tengan más días de licencia que cualquier trabajador.
En la misma línea opinó el diputado Daniel Caggiani (Movimiento de Participación Popular [MPP], FA), que dijo que la cámara debería tener un receso “común” de 20 días hábiles en enero y funcionar con normalidad el resto del año. Otro legislador del MPP, Álvaro Vega, consideró que “habría que tener un régimen de trabajo parecido al del empleado público”.
Esteban Pérez, también del MPP, opinó que la finalidad de estas licencias es el estudio de temas parlamentarios, la preparación de interpelaciones o tareas relacionadas con la actividad del legislador, mientras que la licencia “común” debe ser durante el receso.
Según dijo, hay varios pedidos de licencia que se escudan en este tipo de justificación y en realidad desvirtúan “el espíritu de la norma”. Describió que en ocasiones se utilizan para el “pago de favores políticos” de los legisladores con sus suplentes, asegurándoles la entrada una determinada cantidad de veces y, de esta manera, haciéndoles cobrar una suma de dinero. También consideró que la licencia se usa como “forma de financiamiento de partidos políticos”: como los legisladores destinan porcentajes de sus salarios a sus partidos, el salario adicional del suplente supone más recursos para el partido y de esa manera aumenta la recaudación. Otro uso, reconoció, es permitir el ingreso de suplentes para darles mayor exposición, algo que no le parece “tan mal”.